miércoles, marzo 24, 2010

Cómo admiro la grandeza
de las simples cosas.

El canto del pájaro cambio
por la quinta sinfonía
cambio un rato de soledad
por ese ocaso que me ofreces,
y una margarita por el más bello gladiolo.


El alma
por unos versos
y el cansancio
por una limpia mañana
de besos morenos
y sinceros.

Y tu mirada, esa mirada,
¿por qué la cambio?

El bosque
por la sombra de un árbol,
la grandeza
de la voz,
por un susurro tras mi oreja,
cambio el abrazo amigo
por todo el poder de la palabra.

Y tu mirada, esa mirada
¿por qué la cambio?


El mundo
por el pequeño universo
de mis sueños.
Cambio el lamento
por un grito
y estos versos presentes
por esa limpia mañana de besos morenos y sinceros.

Y tu mirada, esa mirada
¿por qué la cambio?

jueves, marzo 11, 2010

Contigo aprendí,
a tu lado, pero no de tu mano,
curando las heridas
cuando todo se olvida,
con el viento de la tarde
junto con las campanas de difuntos,
dejando caer todo aquello que hemos acumulado
haciendo nidos de vencejos
y aliviando a lágrimas, ese consuelo,

como perder la cabeza
o entregar el alma
(como si ya hubiéramos conseguido una),

un falso sueño del que no despertamos,
los versos no escritos,
las miradas como olas que golpean la roca,
sin ternura, ni veneno,
éste no amor es como el paso del tiempo,
lo que por vivir nos queda y lo que hemos vivido
siempre es más que lo que vivimos ahora...

domingo, marzo 07, 2010

Boca "olvidada"

Boca que besas a distancia entre paseos,
que llamas con ojos ceniza y sueños,
incitas mi ansia con parpadeos
y acaricias tan tierna como un ruego.

Boca que traes ardiendo versos,
flor que perfuma con olor
de tus olvidados besos,
flor de fuego deshojada a dolor.

Vuela una canción que ya no tarareo,
nada que no amase hubiera dolido tanto.

La astilla que lastima y duele,
con pequeñas imágenes turbias,
que viene como el viento del norte
con recuerdos y la sombra
de una amor que hube asesinado.

Dirán que ya no regalo las sonrisas,
ni me divierto vertiendo vino en el buche ageno,
ni me canso de repartir caricias en las mañanas,
ni acierto...
ni fallo...
que perdí las salvajes costumbres
de dar besos frente a todos.

Y a veces lloro a solas,
porque sí,
porque regreso en silencio y a oscuras
con el rabo entre las piernas.

Por ahí quedan los versos:
Eres mi espejo, me gusta más mirarme con tus ojos.