martes, noviembre 28, 2006

Luz

A esta vida siempre se le antoja nadar en superficie, con miedo a las oscuras profundidades, a lo místico que le aportaría el encanto de dejarse llevar por las corrientes, hacia quizá la Atlántida, o un mar negro que no se quedase en azul, o en verde, con olas que se tiraran hacia la lluvia gris, como me tiras entre tus brazos cuando llevas dos ron de más y un son de menos. Nada tiene que ver el vaho que nace en el cuarto de baño con el rocío que se mece entre los campos de trigo, bajo los amaneceres de mayo, ni las caricias que me das bajo mi nuca al despertarme, con la brisa que transporta la arena de mi playa, porque es mía, mía, como no lo es tu caricia, ni tus besos, esos besos que me entregas pensándote inocente, me duelen tus miradas, como un pinchazo, aguijón de la abeja, cuyo veneno resulta medicinal resuelto en pequeñas dosis, mi soledad, reuma que se me mete por los huesos, que se sirve de tu compaña, de tus lluvias grises, empapando las raíces de esta niña, que siempre fue niña, aun marchitos mis ojos, rojos como amapolas, oh amapola...., tu siempre tan libre, y yo tan sola. Ayer me comí una naranja reciencortada, en el campo, sentada en un tabal, no estaba aún dulce, no me gustan los dulces, ese agriar al meterme el gasgo entre los labios, aprisionando en mi boca sus pepitas, recorriendo un orgásmico escalofrío por mi nuca, como comparar esa sensación con un zumo don simón, o un saco entero del mercadona, ni siquiera puedo compararla con tus caricias, ya sabes que todo el tiempo me hace falta, para sacarme brillo, y tocarme las palmas, y decirme los oles, a este puto ego que me come, que me abrasa, y llega a desfallecerme, de tal forma que ese desfallecimiento me llegue a convertir, en lo que siempre busqué, o tal vez no encontré, que importa el término...

Sigo en este andar, donde todos vienen y nadie va. Yo, mi, me, conmigo, con mi escepticismo, mi libertad negada, mis párpados que siempre tiemblan cuando duermen, eso dices..., con este mi mundo mudo, o parlante, que importa lo bello si es insignificante, y este cuerpecito que siempre tiene frío a lingotes, y sabor a regaliz, cuentas..., y tristeza en las comisuras de los labios, como boqueras, de lo payasa que siempre he sido, o sigo..., aunque no me tiemblen los pies, ni me sobren los latidos, y esta mi vida trasladada, caducada, y luna pasteurizada.

En la negrura de la noche, aparece triste la luz, como una nuez, como un velo que cubre la sombra y la matiza, la absorbe, y la hace suya.

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

ésta luz tuya que alumabraa soledades sentimientos,
que ilumina tus poemas
y los mios tambien ¿por qué no?

me gusta mucho bella,

esta noche quedas incluida al capitulo de recuerdos
en el recital que damos en el bar buckoski

con tu permiso.







me piro que no llego.

9:43 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

QUE SI QUE RELEO
Y ESTA NOCHE LA LEO


ME ENCANTA

9:52 a. m.  

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